miércoles, 23 de mayo de 2012

Norte Costa Rica: Playa Negra

Salí de Pavones, dirección norte a la península de Guanacaste, atravesando todo el país. Ello me llevó más de un día, con percance incluido. Tuve que agarrar varias guaguas y hacer noche en Pérez de León para llegar hasta la capital costarricense, San José, desde donde salen las guaguas a Guanacaste.

En San José, al sacar plata en el cajero, se me olvidó retirar la tarjeta porque se me iba la guagua y andaba con prisa. Tras unos diez minutos de trayecto, cuando voy a poner el pasaje en la cartera, me di cuenta que había olvidado la tarjeta en el cajero e hice parar al toque al conductor para agarrar un taxi devuelta al banco, gracias que me di cuenta rápido. El cajero se tragó mi tarjeta y los empleados la recuperaron pero no me la podían entregar sin previa autorización de Visa. Estuve esperando allí más de tres horas para que me la devolvieran... gracias que ya tengo más que entrenada la paciencia. Volví a la estación de guaguas, les conté lo sucedido y me dieron otro pasaje.

En guagua demoré cerca de seis horas para llegar hasta Playa Negra. Informándome con el conductor para saber donde podría hacer noche, me habló del hostal Kontiki y allí mismo me dejó. Era de noche cerrada y caía una lluvia que no se veía a dos metros. Toco en el hostal y nadie respondía hasta que salió una mujer y me dijo que se encontraba cerrado. Llevaban dos años cerrados, pero pensaban abrir en dos días así que le roge que me dejara acampar allí. Llamó a los jefes y de muy buena onda me dejaron sin problemas, pudiendo poner la carpa allí durante toda la semana. Los jefes son peruanos y estaban arreglando el hostal para la inauguración. En la inauguración llegaron gente del pueblo y locales surferos que tuve la oportunidad de conocerlos y hacer buena onda con un asadero increíble que armaron.

El hostal está a unos 15 minutos caminando hasta el pico de Playa  Negra, cruzando el denso bosque que finaliza justo en plena playa. Es un camino largo pero muy agradable. El tercer día llegó al hostal un californiano, Allen, de San Diego con el que hice muy buenas migas y siempre ibamos juntos a surfear y al terminar nos tomábamos la cervecita. Hubo días que madrugábamos, nos pegamos la caminata y al llegar al pico entrábamos a surfear solos y con la plena luna aún. Igual en el baño de última hora, salíamos de noche, unas cervecitas y la vuelta la hacíamos con la pura luz de la luna y los grandes destellos que mandaba la tormenta que siempre caía de noche. En el camino también nos ayudaban las miles de luciérnagas que estaban por todo el camino con su luz verde intermitente, un auténtico espectáculo.

A todo esto, la ola de Playa Negra, ese reef que rompe de derecha con bastante fuerza, formando unos tubos de película y unas paredes verticales buenísimas para girar. A marea vacía hay que tener bastante cuidado con fallar porque vienen con muchísima potencia y rompe a pocos metros del reef, pero los tubos que saca son espectaculares. Se puede surfear con cualquier marea y es una de las olas más consistentes de toda Costa Rica, de la que más swell recibe.

El lugar es realmente paradisiaco, aunque es una pena ver como tras un kilómetro de playa totalmente virgen, boscosa, con palmeras a la orilla, de repente te encuentras a casi pie de playa una mansión gringa made in Miami, pero es que Centroamérica está siendo dominada por los estadounidenses, y lo peor es que seguro irá a más.

Me da mucha pena irme de acá, pero voy a Nicaragua a encontrarme con Christian, unas amigas que se vienen y el loco de Joaquín, ya les contaré.... o no ;)

Les dejo con las fotos y vídeos de Playa Negra, precioso lugar y ola de película.

Un saludo viajeros.

Fotos



























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jueves, 10 de mayo de 2012

Destino Costa Rica: Pura Vida

Salgo del norte de Perú hacia el próximo destino, Costa Rica. Para ello tengo que recorrer Ecuador, Colombia y Panamá para finalmente llegar al sur de Costa Rica, donde se encuentra Pavones. Mi intención era hacer todo esto por tierra, agarrando guaguas y así disfrutando del camino.

La primera guagua que agarré me dejó en Ecuador, donde ya se siente el calor húmedo típico de este trópico. En la frontera de Ecuador la propia policía que te sella el pasaporte te hace varias preguntas. A mi, como me gusta enrrollarme hablando, les dije que tenía pensado llegar hasta Costa Rica por tierra pasando por Colombia y Panamá, a lo que me respondió tajantemente que ni se me ocurriera atravesar Colombia en bus, porque ahora mismo está la guerrilla en la calle y es seriamente peligroso. Ya una vez en Panamá no tendría problemas pero que me quitara de la cabeza la idea de atravesar Colombia por tierra.

A mi ya me habían advertido un poco, pero no me imaginaba que fuese para tanto. Entonces se me ocurrió ir hasta el puerto principal de Ecuador, ya que todos los barcos que salen de Ecuador hacia el Atlántico tienen que pasar por el canal de Panamá y haciéndolo así me ahorraría pisar Colombia e iría por mar hasta Panamá. Probé suerte preguntando a algunos empleados de barcos que salían y ninguno tuvo la mínima intención de llevarme, ni ofreciéndoles algo de plata y ayuda en las labores mientras estuviera embarcado. Así sólo me quedó la opción del aire, la que menos me gusta pero al parecer la única viable.

Fui hasta el aeropuerto de Guayaquil y compré un pasaje hasta Panamá ya que a Costa Rica era mucho más caro y mi único problema era cruzar Colombia. Le doy mil gracias al policía que bien me advirtió de no cruzar por Colombia, ya que dos días después, ya en Costa Rica, me enteré que la guerrilla actuó y cogió a unos turistas en plena carretera.

Una vez en Centroamérica todo cambia y se vuelve totalmente selvático, húmedo y muy caluroso. Lo que sigue sin cambiar es la esencia especial que tiene este continente americano.

Crucé Panamá con una guagua que me dejó en la frontera con Costa Rica, de noche, cerradas las aduanas de salida y entrada al país, por lo que tuve que esperar unas siete horas a que abrieran para poder ingresar a Costa Rica. Aquí, para ingresar, te piden obligatoriamente la vacuna de la fiebre amarilla si ven que has pasado por países como Bolivia, gracias a que yo la tenía. Una vez en Costa Rica, tuve que agarrar dos guaguas que me alcanzaran hasta Pavones tras unas cinco horas por carreteras super precarias, la verdad que no se como puede andar esa guagua todos los días por estas carreteras.

En la frontera se me olvidó sacar plata y llegué hasta Pavones con los pocos dólares que había sacado en Panamá, donde olvídate encontrar un cajero ni nada por el estilo, después de tanto tiempo de guagua y de baches. Me quería pegar de ostias sin parar porque para llegar al cajero tenía que volver hasta el lugar de inicio... ni de coña. Además, pensaba quedarme en Pavones tan sólo dos o tres días, los que se convirtieron en siete días ya que el lugar es una maravilla. Leí una frase que le va como anillo al dedo a Pavones “La belleza alcanza la perfección sólo cuando se da naturalmente”, sin duda este lugar se la merece.

Lo primero que necesitaba encontrar era un lugar donde poner mi carpa ya que andaba con los bolsillos semi vacíos. Tras buscar, le expliqué a un gran señor que cuidaba una finca mi situación y me dejó poner la carpa en su precioso jardín, rodeado de mangos, palmeras, plataneras y todo tipo de animales, tales como iguanas gigantes, preciosos loros, tipos de aves que ni conozco, serpientes, sapos enormes que aparecen por la noche, y tipos de bichos extraños que creo que es preferible ni conocerlos, todo esto a 100 metros de la ola.

Solucionado el problema de donde poner mi carpa, surge el tema de la comida. En siete días surfeando todos los días con buenas olas y super largas ( las más largas que he surfeado nunca ) el cuerpo necesita alimento. La solución fue rápida, tengo mangos gratis todos los que quiera, recogiéndolos donde me estoy quedando, exquisitos además. Los plátanos, si los quieres maduros, puedes comprar una manilla por céntimos de dólares, al igual que los tomates, y una barra enorme de pan la tienes por dos duros también... básico, rico y nutritivo alimento para unos días sin plata, ya que no me dieron ganas de salir de este precioso lugar. Donde se me fue el dinero fue comprando agua potable y a veces desayunando gallo pinto, que es el desayuno típico, que lleva arroz, frijoles y dos huevos, para cambiar un poco la dieta.

A todo esto, lo más importante, la ola que tiene este lugar, Pavones, una world-class que recorre más de 500 metros, con paredes verticales y super rápidas donde siempre tienes que ir hacia delante. En marea vacía hay secciones de tubos que tuve la oportunidad de saborear. Aquí he agarrado la ola más larga que nunca haya imaginado y a una velocidad que tienes que imprimir increíble para que no te deje atrás, y todo esto con agua caliente, surfeando a pelo. Además hay una onda impresionante, todos son pura vida y el turismo que llega hasta aquí es principalmente norteamericano, muy respetuoso y de la mejor onda, aunque lo malo es que se están haciendo con el lugar.

Les dejo con las imágenes de Pavones, este lugar que tan sólo por lo hermoso y relajado que es dan ganas de quedarse en él, espero que lo disfruten desde allá. Me voy al norte, a una derecha que me han dicho que es de película.

Un saludo viajeros.

Fotos











































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