En San José, al sacar plata en el cajero, se me olvidó retirar la tarjeta porque se me iba la guagua y andaba con prisa. Tras unos diez minutos de trayecto, cuando voy a poner el pasaje en la cartera, me di cuenta que había olvidado la tarjeta en el cajero e hice parar al toque al conductor para agarrar un taxi devuelta al banco, gracias que me di cuenta rápido. El cajero se tragó mi tarjeta y los empleados la recuperaron pero no me la podían entregar sin previa autorización de Visa. Estuve esperando allí más de tres horas para que me la devolvieran... gracias que ya tengo más que entrenada la paciencia. Volví a la estación de guaguas, les conté lo sucedido y me dieron otro pasaje.
En guagua demoré cerca de seis horas para llegar hasta Playa Negra. Informándome con el conductor para saber donde podría hacer noche, me habló del hostal Kontiki y allí mismo me dejó. Era de noche cerrada y caía una lluvia que no se veía a dos metros. Toco en el hostal y nadie respondía hasta que salió una mujer y me dijo que se encontraba cerrado. Llevaban dos años cerrados, pero pensaban abrir en dos días así que le roge que me dejara acampar allí. Llamó a los jefes y de muy buena onda me dejaron sin problemas, pudiendo poner la carpa allí durante toda la semana. Los jefes son peruanos y estaban arreglando el hostal para la inauguración. En la inauguración llegaron gente del pueblo y locales surferos que tuve la oportunidad de conocerlos y hacer buena onda con un asadero increíble que armaron.
El hostal está a unos 15 minutos caminando hasta el pico de Playa Negra, cruzando el denso bosque que finaliza justo en plena playa. Es un camino largo pero muy agradable. El tercer día llegó al hostal un californiano, Allen, de San Diego con el que hice muy buenas migas y siempre ibamos juntos a surfear y al terminar nos tomábamos la cervecita. Hubo días que madrugábamos, nos pegamos la caminata y al llegar al pico entrábamos a surfear solos y con la plena luna aún. Igual en el baño de última hora, salíamos de noche, unas cervecitas y la vuelta la hacíamos con la pura luz de la luna y los grandes destellos que mandaba la tormenta que siempre caía de noche. En el camino también nos ayudaban las miles de luciérnagas que estaban por todo el camino con su luz verde intermitente, un auténtico espectáculo.
A todo esto, la ola de Playa Negra, ese reef que rompe de derecha con bastante fuerza, formando unos tubos de película y unas paredes verticales buenísimas para girar. A marea vacía hay que tener bastante cuidado con fallar porque vienen con muchísima potencia y rompe a pocos metros del reef, pero los tubos que saca son espectaculares. Se puede surfear con cualquier marea y es una de las olas más consistentes de toda Costa Rica, de la que más swell recibe.
El lugar es realmente paradisiaco, aunque es una pena ver como tras un kilómetro de playa totalmente virgen, boscosa, con palmeras a la orilla, de repente te encuentras a casi pie de playa una mansión gringa made in Miami, pero es que Centroamérica está siendo dominada por los estadounidenses, y lo peor es que seguro irá a más.
Me da mucha pena irme de acá, pero voy a Nicaragua a encontrarme con Christian, unas amigas que se vienen y el loco de Joaquín, ya les contaré.... o no ;)
Les dejo con las fotos y vídeos de Playa Negra, precioso lugar y ola de película.
Un saludo viajeros.
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