domingo, 29 de abril de 2012

Perú Central

Salir de Lima fue una locura absoluta. Tardamos en salir de la ciudad unas tres horas, y para encontrar la panamericana hacia el norte tuvimos que perseguir a un carro de los que le íbamos preguntando. Coches por todos lados, tocando la pita como locos, cruzándose cómo y cuándo quieren de un carril a otro y formando hasta cuatro carriles donde sólo existen dos. Así se conduce en el Perú , no quisiera volver a entrar en Lima, simplemente por el echo de tener que salir de ella.

Ya de noche y tras más de tres horas pudimos agarrar la panamericana y salir del caos más grande en el que he estado metido. Conducimos por unas horas y nos paramos en una gasolinera, cerca de la ola Centinela, en Huara, para dormir allí ya que era imposible encontrarla de noche.

A la mañana partimos a Centinela. Es una ola increíble, super larga y muy difícil de llegar a ella, gracias que encontramos un carro con dos tablas y les seguimos. Es un lugar hermoso, retirado a 30 minutos de la panamericana, donde el desierto se junta con un paisaje boscoso gracias al río. Allí estuvimos hasta la tarde, donde nos movimos al lugar más hermoso e impresionante de todo el viaje.

Ese lugar que nunca olvidarás en tu vida, por su perfecta ola solitaria en medio del desierto, por las puestas de sol más increíbles que he visto y las noches más estrelladas... es un lugar de los que no se borran de la memoria. Estuvimos cuatro días con olas perfectas y solos. Sin duda ha sido la ola más larga que he surfeado en mi vida, que te duelen los músculos cuando ya estás terminando la ola. Cuando terminas la ola te esperan unos cinco minutos corriendo de la emoción, hasta el pico de nuevo. Además la entrada te deja justo donde rompe la ola, pero hay que tener cuidado por si te rompe la ola mientras entras ya que la entrada está llena de mejillones y corta muchísimo si arrastras el pie. Nosotros, tras cuatro dias entrando por allí infinidad de veces, nos rajamos bastante los pies, pero nada nos frenaba para seguir surfeando tal olón.

Gracias a que alquilamos el carro pudimos encontrar este maravilloso lugar, porque de otra forma habría sido imposible. Este lugar se llama Bermejo y es una puta máquina de hacer olas en un lugar maravilloso y alejado de todo. Tras varios dias nos fuimos, despidiéndonos con un bañazo, y llegamos a Playa Grande, otro point solitario de reef, pero que el viento le da muchísimo. Probamos dormir una noche y madrugar por si el viento frenaba a la mañana, ya que el point tenía muy buena pinta, pero no hubo suerte porque está muy expuesto al viento, por lo que decidimos seguir camino al norte.

A mitad de camino, fijándonos en el mapa, vimos que por donde estábamos había una zona montañosa que alcanzaba los 6.700 metros de altura y al toque decidimos movernos del paisaje desértico de la costa y pasar un día en la montaña peruana. El paisaje iba cambiando radicalmente desde que nos adentramos un poco hacia el cerro, siendo este bastante frondoso, gracias a los numerosos ríos que fluyem en estas zonas. Llegamos hasta unos 4.500 metros, desde donde se veían las montañas nevadas, en cuestión de cuatro horas de carretera habíamos pasado del desierto a pie de costa a la montaña a más de 4.000 metros.

Aquí comimos y nos volvimos, esta vez por otro camino que vimos semi-factible en el mapa. El camino resultó ser una auténtica aventura... carreteras totalmente destrozadas, estrechísimas, con piedras acantiladas a un lado y precipicio con caudalosos ríos al otro lado, daba miedo pasar, pero el lugar era para disfrutarlo, conduciendo por no sabíamos donde y rezando para que el camino tuviera salida. Finalmente, tras cinco horas de bajada y con los últimos kilómetros de noche, alcanzamos la panamericana, cansadísimos y buscando una ciudad donde dormir. Llegamos a Chimbote y dormimos en el coche, frente a la comisaría de policia.

Por último llegamos a Huanchaco, de nuevo a la costa. Allí nos quedamos en un hostal, en su azotea con la carpa, por dos noches. Necesitábamos agua dulce urgente y socializar un poco. La ola en Huanchaco es buenísima para tabla gorda y grande ya que es bastante plana. Aquí alquilamos unas tablas retros, de una quilla para pasarla bien y no estar sufriendo con tabla corta.

Huanchaco es una ciudad super turística, donde por primera vez escuchamos el inglés como lengua más hablada. Aquí comimos nuestro primer ceviche peruano, plato típico de acá, que consiste de pescado crudo, solo cocido con limón... exquisito y a un precio de risa, la comida peruana es de largo la más rica de sudamérica, con sus pescados frescos y a un precio por plato que no lo pasas a creer.

Les dejo con todas las imágenes. Me quedo con lo increíble de Punta Bermejo, lugar y surfing que recordaré de por vida.

Un saludo viajeros.

Fotos






















































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