Antofagasta - Pozo Verde

En Antofagasta nos teníamos que juntar con el Pancho Gálvez, amigo de la gente de Portofino, que sabía que ibamos en camino hacia su ciudad. Llegamos de noche a Antofagasta tras cuatro horas en una camioneta que salió desde Portofino dirección norte. Nos dejó a unos 40 kms. del destino por lo que agarramos una guagua en plena autopista para que nos alcanzara, encontrándonos al llegar una ciudad bastante grande.

Nos dirigimos derecho a la costa y acampamos en la única playa donde parecía que no estaba prohibido ya que habían otras carpas instaladas. A la mañana siguiente vamos donde el Pancho Gálvez, a su escuela de surf. Allí se reúnen la mayoría de surferos de la zona, con muy buena onda, donde nos informaron de las olas de la zona, aunque durante estos días la previsión no era nada buena, así que pensamos quedarnos una noche más y seguir al norte a una playa que nos hablaron en medio de la nada.

Teníamos pensado armar la carpa de nuevo en la misma playa, pero al decírselo al Pancho Gálvez nos dijo que ni se nos ocurra volver a esa playa ya que es peligrosa, donde duermen los vagabundos, con tanta onda que esa noche él se fue a dormir a casa de su novia y nos dejó su coche-casa para quedarnos y así también le cuidábamos su motor-home como él le llama.

Al dia siguiente nos explicó con pelos y señales como llegar hasta la playa de Pozo Verde a unos 100 kms. al norte, en medio del puro desierto. Teníamos que estar atento a una curva en cuesta y bajarnos en ese momento ya que todo el camino era recto e infinito y debes estar al loro para dar con la curva. Para ir a este lugar teníamos que comprar y cargar con todo lo necesario para comer y beber durante tres días ya que a nuestro alrededor sólo habría desierto. Compramos y vamos a las afueras de la ciudad para hacer dedo hacia el norte. Nos paró una guagua que iba vacía y tras una recta desértica de 100 kms. apareció la famosa curva donde nos bajamos. Allí divisamos la costa a 1 km. de distancia, cruzando el desierto con un calor impresionante y cargados a tope. Llegamos a la costa y nos encontramos con una preciosa bahía de unos 500 metros con dos puntas, tirando una izquierda en el lado sur y una derecha en la punta norte, aunque aún demasiado pequeño.

Pusimos la carpa en la punta sur, frente a la izquierda, disfrutando de la soledad y pura naturaleza de este lugar donde sus únicos habitantes son nuestros amigos los pelícanos y un lobo marino que andaba por la bahía. Las olas aún no tiraban, así que nos propusimos limpiar toda la playa y acumular su basura en un solo lugar. Es una pena ver como un paraje así está tan sucio debido a las pasadas acampadas veraniegas.

También encontramos unos palos para armar fuego a la noche mientras cenábamos y no pasar tanto frío. El clima es super extremo, muchísimo calor en el día, buscándonos la vida para hacer algo de sombra, y la noche fría que daba gusto ponerse al calor del guego con las estrellas y la luna en su mayor esplendor... sin contaminación lumínica.

Pudimos surfear la izquierda, pequeña pero con potencia, pero la fuerza seguía sin subir y no pudimos agarrarla en su plena condición. Tras tres días y casi sin agua, tocaba recoger todo, cargarlo al hombro y volver a la ruta donde nos pondríamos a hacer dedo para seguir al norte, a un beachbreak, en la frontera con Iquique, a 300 km. que nos comentaron que si tenemos suerte tiene días espectaculares.

Les dejo con las fotos y vídeos de Antofagasta y sobretodo Pozo Verde, que pese a no agarrar sus mejores condiciones de surfing, disfrutamos de toda su belleza.
Un saludo viajeros.

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